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El hígado desempeña un papel esencial en nuestra salud, gestionando funciones clave como la producción de bilis, la síntesis de colesterol, el almacenamiento de glucosa, la eliminación de toxinas y la elaboración de glóbulos rojos. Por lo tanto, es esencial proteger su salud y sus funciones.
¿Cómo se detectan las enfermedades hepáticas? Las enfermedades hepáticas como la cirrosis, la hepatitis, el hígado graso y el cáncer suelen ser asintomáticas y difíciles de identificar. Sin embargo, ciertos signos indican un trastorno hepático y deben incitarle a consultar a un médico.
Este artículo presenta 7 signos reveladores de un hígado en peligro, desde los más evidentes, como el color amarillento de la piel y los ojos, hasta los más sutiles, como la fatiga persistente o la pérdida inesperada de peso. Ante estos síntomas, es imprescindible una consulta médica para evaluar y tratar el hígado.
1. Manifestaciones cutáneas y visuales: ictericia
La ictericia es un claro indicador de enfermedad hepática, que se manifiesta por una coloración amarillenta visible de la piel y el blanco de los ojos. Esta decoloración está causada por la bilirrubina, un pigmento que se produce cuando los glóbulos rojos se descomponen.
Normalmente, la bilirrubina es filtrada por el hígado y eliminada en la bilis. En caso de disfunción hepática, el hígado tiene dificultades para procesar esta sustancia, lo que provoca un aumento de los niveles de bilirrubina en la sangre y una coloración amarillenta de los tejidos corporales.
Tez y ojos amarillos
El amarilleamiento de la piel y los ojos suele ser el primer signo de ictericia, que se produce cuando los niveles de bilirrubina superan los 2,5 mg/dl.
Inicialmente visible en el blanco de los ojos, el amarilleamiento se extiende gradualmente a la cara, el cuello, el tronco y las extremidades, variando su intensidad en función de la causa y la duración de la ictericia.
Este fenómeno puede ir acompañado de otros síntomas como picor, fatiga, fiebre o náuseas. La coloración amarillenta de los ojos y la tez es un signo frecuente de inflamación u obstrucción del hígado o el sistema biliar, relacionado con hepatitis, cirrosis, cálculos biliares o cáncer de hígado.
Heces decoloradas y orina oscura
Las heces decoloradas y la orina oscura son algunos de los síntomas de la ictericia. Estas alteraciones son el resultado de trastornos en el procesamiento de la bilirrubina: en circunstancias normales, la bilirrubina procesada por el hígado es evacuada por la bilis, que tiñe las heces de color marrón.
En caso de insuficiencia hepática, la bilirrubina ya no se elimina correctamente en la bilis, sino en la sangre, luego es filtrada por los riñones y excretada en la orina, lo que da lugar a heces claras y orina oscura.
Esto es preocupante porque también puede afectar a los riñones, sobre todo si persiste, lo que podría amplificar problemas renales preexistentes o crear otros nuevos. En general, estos signos sugieren una obstrucción de los conductos biliares, que bloquea el flujo de bilis hacia el intestino. Un cambio en el color de las heces o la orina justifica una atención médica inmediata.
2. Trastornos digestivos y metabólicos
El hígado es un órgano central en la digestión, sobre todo en la producción de bilis, esencial para descomponer y asimilar las grasas en el intestino.
Si el hígado está afectado, su capacidad para producir o liberar bilis en los conductos biliares se ve comprometida. Esto provoca disfunciones digestivas y metabólicas, como dificultad para digerir alimentos ricos en grasas, pesadez postprandial, hinchazón y producción exagerada de gases.
Intolerancia a los alimentos grasos y sensación de pesadez
Los problemas hepáticos pueden provocar intolerancia a los alimentos grasos y una sensación persistente de pesadez.
Estos síntomas se deben a la falta de bilis, que dificulta la digestión de las grasas. Los alimentos grasos se estancan en el estómago, causando malestar y pesadez, antes de pasar al intestino donde fermentan, provocando gases y diarrea.
Estos signos pueden ser indicativos de hígado graso, una afección causada por el exceso de alcohol, el sobrepeso, la diabetes o los desequilibrios alimentarios.
Es aconsejable consultar a un médico si experimenta estas dificultades y moderar el consumo de alimentos ricos en grasas, como fritos, productos de carnicería, quesos y bollería variada.
Distensión abdominal y flatulencia excesiva
La distensión abdominal y la flatulencia excesiva también son síntomas de complicaciones hepáticas. Estos trastornos son el resultado de un desequilibrio de la flora intestinal, es decir, de las bacterias que facilitan la digestión.
Cuando el hígado es defectuoso, no filtra correctamente ciertos componentes bacterianos, como las endotoxinas, que normalmente se neutralizarían, por lo que pasan al torrente sanguíneo y desencadenan reacciones inflamatorias en el intestino.
Este proceso degrada la barrera intestinal y altera la flora, lo que provoca una sobreproducción de gases y, por tanto, hinchazón y flatulencias. Estos trastornos pueden ser un signo de cirrosis, la fase avanzada de la enfermedad hepática crónica que conduce a la fibrosis y a la deformación del órgano.
Por lo tanto, es aconsejable consultar a un médico si experimenta estos síntomas y cuidar su microbiota intestinal consumiendo probióticos, alimentos ricos en fibra y evitando sustancias irritantes como las especias fuertes, el café y el alcohol.
3. Cambios corporales inesperados
El hígado desempeña un papel especialmente importante en la gestión de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas, y es esencial para el metabolismo del organismo.
Cuando se ve afectado, deja de cumplir correctamente estas funciones, lo que puede manifestarse en cambios corporales inesperados. Entre ellos se encuentran la pérdida de peso repentina e inexplicable, la falta de apetito o la hinchazón abdominal, y la acumulación de líquidos en el organismo.
Pérdida repentina de peso y de apetito
La pérdida rápida de peso o de apetito pueden ser señales de advertencia de daños hepáticos.
Estos síntomas pueden explicarse por una reducción de la producción de proteínas y glucosa por parte del hígado, lo que conduce a la degradación muscular y a un descenso de los niveles de azúcar en sangre.
También pueden ser consecuencia de la inflamación del hígado, que puede provocar náuseas, vómitos y una sensación precoz de saciedad. Estos signos, en particular la pérdida de peso y de apetito, pueden indicar una cirrosis avanzada o un cáncer de hígado. En caso de pérdida de peso y de apetito inexplicables, consulte a su médico.
Hinchazón abdominal y retención de líquidos
Uno de los síntomas más visibles de la disfunción hepática es la hinchazón abdominal, acompañada de retención de líquidos.
Este fenómeno se produce cuando la presión en la vena porta, encargada de transportar la sangre del intestino al hígado, aumenta debido a la resistencia al flujo de la sangre procedente del hígado enfermo.
El resultado es una acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y las piernas (edema). La presencia de estos síntomas suele ser signo de cirrosis avanzada o insuficiencia hepática grave.
Si nota una hinchazón anormal del abdomen o edemas en las piernas, debe consultar a un médico.
4. Dolor físico y malestar
Situado debajo de las costillas a la derecha, el hígado es vital para nuestra salud. Si el hígado se ve afectado por una enfermedad, puede causar dolor y molestias notables. Estos síntomas incluyen dolor en la zona derecha debajo de las costillas, conocida como hipocondrio derecho, así como aumento de la sensibilidad y sensación de pesadez en la misma zona.
Dolor en el hipocondrio derecho
El dolor debajo de la caja torácica derecha es un síntoma frecuente de daño hepático. Este dolor puede ser continuo, punzante o agudo, y puede variar en intensidad y duración.
Puede desencadenarse o amplificarse con el movimiento, la presión o incluso la respiración, y puede extenderse al hombro derecho, la espalda o el pecho.
Las causas de este dolor son variadas: cálculos biliares, hepatitis, infección de la vesícula biliar, obstrucción de las vías biliares, tumores hepáticos o cirrosis. La persistencia o recurrencia frecuente de este dolor es una señal de alarma que requiere atención médica.
Aumento de la sensibilidad y plenitud debajo de las costillas
El aumento de la sensibilidad y la sensación de plenitud bajo las costillas también puede ser signo de un trastorno hepático. Suele deberse a una inflamación del hígado (hepatomegalia), que ejerce presión sobre los órganos circundantes y la pared abdominal.
La hepatomegalia puede ser consecuencia de diversas enfermedades hepáticas crónicas, como cirrosis, esteatosis hepática o cáncer de hígado.
Estas sensaciones pueden ir acompañadas de otros síntomas, como disminución del apetito, náuseas, fatiga o ictericia. Cualquier cambio en la consistencia o el tamaño de su hígado debe inducirle a consultar a su médico.
5. Trastornos neurológicos y psicológicos
El hígado desempeña un papel crucial en la desintoxicación de la sangre, eliminando elementos nocivos como el amonio, las endotoxinas y el alcohol.
En caso de enfermedad hepática, esta función esencial se ve comprometida, lo que provoca una acumulación de toxinas en la sangre y el cerebro, causando trastornos neurológicos y psicológicos.
Entre ellos, alteraciones de la conciencia, confusión, cambios de humor y somnolencia.
Alteración de la consciencia y confusión
La alteración de la conciencia y la confusión marcada pueden ser signos de disfunción hepática crítica.
Estos síntomas son el resultado de la intoxicación del cerebro por amonio, un producto metabólico que normalmente el hígado convierte en urea y elimina.
Cuando el hígado falla, el amonio se acumula, atraviesa la barrera cerebral y altera la función cerebral. Esta alteración se manifiesta en dificultades de concentración, memoria y comunicación, e incluso en problemas de comportamiento como agresividad, apatía o euforia.
Si no se tratan, estos síntomas pueden progresar hasta el coma o la muerte. Suelen asociarse a la encefalopatía hepática (afección neuropsiquiátrica vinculada a una enfermedad hepática aguda o crónica) y requieren atención médica urgente.
El tratamiento consiste en reducir la ingesta de proteínas, prescribir laxantes o antibióticos para limitar la producción de amonio, o un trasplante de hígado en caso de insuficiencia hepática terminal.
Cambios de humor y somnolencia
Los cambios de humor y la somnolencia excesiva también son indicativos de problemas hepáticos, relacionados con alteraciones hormonales y del ritmo circadiano normalmente reguladas por el hígado.
El hígado participa en la síntesis y degradación de hormonas como la melatonina y la serotonina, que son esenciales para mantener nuestro ciclo sueño-vigilia.
Cuando el hígado se ve afectado, los desequilibrios hormonales pueden provocar depresión, ansiedad, irritabilidad, apatía o alteraciones del ritmo circadiano, como somnolencia durante el día e insomnio por la noche.
Estos trastornos, que pueden tener un impacto significativo en la vida cotidiana y las relaciones sociales, se observan con frecuencia en casos de esteatosis hepática. La esteatosis puede ser consecuencia del consumo excesivo de alcohol, el sobrepeso, la diabetes o una dieta desequilibrada.
Se recomienda encarecidamente consultar al médico ante cualquier síntoma y adoptar un estilo de vida saludable, limitando el consumo de alcohol, siguiendo una dieta equilibrada y haciendo ejercicio con regularidad.
6. Síntomas dermatológicos específicos
El hígado elimina toxinas, regula las hormonas y sintetiza vitaminas. Cuando el hígado se ve afectado por una enfermedad, estas funciones se ven comprometidas, lo que provoca diversos síntomas cutáneos como angiomas estrellados, eritema palmar, decoloración de las uñas y arañas vasculares.
Angiomas estrellados
Los angiomas estrellados son pequeñas manchas rojas en forma de estrella resultantes de la dilatación de los vasos sanguíneos, a menudo visibles en la cara, el cuello, el pecho o los brazos. Estas manchas pueden indicar una enfermedad hepática crónica, como cirrosis o hepatitis, debido a un aumento de los estrógenos y a una reducción de los factores de coagulación por parte del hígado. La presencia de estas manchas rojas en la piel justifica la atención médica.
Eritema palmar
El eritema palmar es un enrojecimiento de las palmas de las manos que parece indicar una quemadura. Esta hinchazón, que es el resultado de la dilatación de los capilares sanguíneos, suele ser visible en ambas manos, sobre todo en la base del pulgar y el meñique.
Estos síntomas pueden indicar una enfermedad hepática crónica, debido a los altos niveles de estrógenos y a la reducción de la degradación de las prostaglandinas. El enrojecimiento persistente de las manos es una indicación para consultar a un profesional sanitario.
Uñas blancas
Las uñas normalmente rosadas pueden volverse blancas, excepto las puntas que permanecen rosadas, en casos de enfermedad hepática. Este fenómeno, conocido como uñas blancas, está relacionado con una menor circulación sanguínea en la matriz ungueal y puede afectar tanto a las uñas de las manos como a las de los pies.
A menudo asociado a trastornos hepáticos como la cirrosis o la hepatitis, refleja una producción insuficiente de eritropoyetina, proteínas y vitaminas por parte de este órgano vital. Cualquier cambio en el color de las uñas debe ser examinado por un médico.
Varices
Las varices son venas visibles de color azul o morado que aparecen bajo la piel, sobre todo en las piernas. Son el resultado de un ensanchamiento y torsión de las venas superficiales, lo que indica una pérdida de elasticidad y una menor capacidad para hacer circular la sangre.
Suelen aparecer en las pantorrillas, los muslos o los tobillos y también pueden indicar una enfermedad hepática, causada por un aumento de la presión en la vena porta en caso de patología hepática.
7. Signos generales de impacto sobre la salud
El hígado regula procesos vitales como el metabolismo, el equilibrio hormonal, la coagulación de la sangre y la función inmunitaria.
Las enfermedades hepáticas pueden comprometer estas funciones y causar síntomas generales como fatiga prolongada, mayor susceptibilidad a las infecciones y debilidad general.
Fatiga persistente y debilidad general
El cansancio persistente y la sensación de debilidad pueden reflejar a menudo problemas hepáticos.
Estos síntomas pueden deberse a un suministro inadecuado de energía y nutrientes esenciales al organismo, lo que provoca fatiga profunda, pérdida de peso, anemia o hipoglucemia. La acumulación de toxinas en la sangre, que altera el funcionamiento de los órganos y el cerebro, también puede ser la causa de estos signos.
La fatiga y la debilidad recurrentes que interfieren en las actividades cotidianas pueden ser signo de una enfermedad hepática de larga duración, como cirrosis o hepatitis, o de una enfermedad hepática aguda, como intoxicación o infección. Es esencial consultar a un médico si estos problemas persisten incluso después de descansar.
Fragilidad inmunitaria e infecciones frecuentes
El aumento de la susceptibilidad a las infecciones es otro indicador de problemas hepáticos. Esto puede deberse a un fallo de la respuesta inmunitaria, que hace al organismo más vulnerable al ataque de microorganismos patógenos como bacterias, virus u hongos.
El hígado es un órgano esencial para la inmunidad. Produce proteínas clave para la defensa del organismo, como inmunoglobulinas y citocinas, y elimina antígenos y células inmunitarias agotadas.
La deficiencia hepática puede debilitar estos mecanismos de defensa, aumentando el riesgo de infección. La fragilidad inmunitaria acompañada de infecciones repetidas o graves, como neumonía, sinusitis, cistitis o candidiasis, suele ser un signo de enfermedad hepática prolongada, como cirrosis o hepatitis autoinmunitaria, o puede ser consecuencia de tratamientos que debilitan la inmunidad, como la quimioterapia o los corticosteroides. Cualquier complicación de este tipo debe ser investigada por un médico.
El hígado desempeña un papel decisivo en el bienestar del organismo y cumple muchas funciones esenciales. Por eso es tan importante preservarlo y mantenerlo en buen estado de salud.
Los trastornos hepáticos pueden ser discretos y a menudo difíciles de detectar a tiempo, pero pueden tener graves repercusiones para el organismo en su conjunto.
Afortunadamente, hay una serie de signos que pueden sugerir una disfunción hepática, como anomalías cutáneas, problemas digestivos, cambios físicos, dolor, daños neurológicos, reacciones cutáneas o signos generales que afectan a la salud.
Si nota uno o varios de estos síntomas, le recomendamos que se ponga en contacto con su médico. Él o ella podrá evaluar la salud de su hígado y recomendarle el tratamiento adecuado, que puede ir desde cambios en el estilo de vida hasta un trasplante de hígado si es necesario.
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